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jueves, 8 de enero de 2015

Reseña La cigarra del octavo día, Mitsuyo Kakuta

Título: La cigarra del octavo día
Autor: Mitsuyo Kakuta
Traducción: Yoko Ogihara y Fernando Cordobés
ISBN: 978-84-16072-44-6
Editorial: Galaxia Gutenberg
Género: Narrativa
Páginas: 236
Precio: 18,00 €

Agarra el pomo de la puerta. Está congelado como un trozo de hielo, una frialdad que parece advertirla de que ya no hay marcha atrás.

Kiwako sabe que los días laborables, a partir de las ocho y diez de la mañana, el apartamento no está cerrado con llave durante unos veinte minutos. No hay nadie. En este intervalo dejan solo al bebé. Sin vacilar gira el pomo.

«No voy a hacer nada malo. Sólo quiero verlo un momento. Sólo me gustaría ver a su bebé; eso es todo. Después pondré punto y final. Lo olvidaré todo y empezaré una nueva vida.»

Kiwako pasa por encima de los futones para acercarse a la cuna. El bebé llora, mueve los brazos y las piernas. Tiene la cara roja. Kiwako alarga una mano temerosa, como si fuera a tocar un explosivo, y la mete por debajo de su espalda. Lo toma entre sus brazos. El bebé tuerce la boca; a pesar de sus ojos llorosos sonríe. Sí, claramente ha sonreído. Kiwako es incapaz de moverse, está paralizada. El bebé se ríe aún más, empieza a babear, a estirar sus extremidades con golpes secos. Kiwako lo abraza contra su pecho. Acerca la cara a su pelo suave, respira hondo para impregnarse de su olor.

Kiwako murmura como si estuviera hechizada: «Te protegeré. Voy a protegerte para siempre». En sus brazos el bebé juguetea como si la reconociera, como si la consolara y al mismo tiempo la perdonara. Kiwako se ha desabrochado el abrigo para meter dentro el bebé, como si lo envolviera. Después ha empezado a correr a ciegas.

Desde ese día, Kiwako y el bebé robado vivirán una huida sin fin. La lucha desesperada de Kiwako por vivir su maternidad atrapa al lector sin que pueda abandonar la lectura hasta un final que se lee con un nudo en la garganta.

Reseña

Kiwako, nuestra protagonista, es una mujer despechada porque su amante le hace promesas que no cumple, las relaciones se ponen difíciles y esto desemboca en una ruptura, el amante soluciona los problemas que tenía con su mujer y esto da como fruto una hija. Kiwako secuestra a esta niña, le cambia el nombre y se afana en criarla. Escapa primero a casa de una amiga y ante la posibilidad de ser descubierta en breve, vuelve a huir y se refugia en una secta de mujeres. Tiene que ceder todos sus bienes a esta secta y a cambio tendrá todo lo que necesita para vivir y estará protegida del exterior. Así empiezan a vivir juntas Kiwako y Kaoru, con este nuevo nombre quiere borrar el pasado de la niña.

Pasado el tiempo la policía pone el ojo en esta secta y Kiwako se ve obligada a huir otra vez, escapando a una de las islas cercanas. En esta isla busca trabajo y vive feliz cuidando de Kaoru durante tres años hasta que una desafortunada fotografía la delata y es descubierta.

La segunda parte de la historia nos trae a Kaoru ya adolescente y nos cuenta cómo le va la vida y cuáles son sus sentimientos con respecto a lo que le sucedió cuando era un bebé. Nos deja ver como de alguna forma ella repitió, en algunos aspectos, la historia de Kiwako.

Estamos ante un argumento duro y que no disculpa a Kiwako pero está contado desde un punto de vista y de una forma que lo transforman completamente. Resulta una historia de amor, de fuertes sentimientos, de complicidades y emociones.

La primera parte está contada como un diario personal escrito por Kiwako, en el que cada capítulo es un día, no todos los días son correlativos, este diario nos muestra los tres años siguientes. La segunda parte está contada en primera persona por Kaoru, donde nos desgrana lo que fue su vida desde el reencuentro con sus padres después del secuestro, ya que de lo anterior no se acuerda, hasta el momento actual. Este relato lo hace con una cruda sinceridad y un punto de nihilismo que nos deja en un estado de desesperanza que no impide que empaticemos con ella y le demos nuestra comprensión. Poco a poco nos suaviza la desesperanza y nos acerca a un final inesperado que nos abre algunas esperanzas por las protagonistas y nos deja un sabor agridulce de cierre.

La autora nos esboza los personajes que vamos descubriendo con el transcurso de la narración. Es una historia donde predominan mujeres, aparte de nuestras dos protagonistas, y lo que sucede importante les sucede a mujeres. Nos acercamos a ellas y las comprendemos, las sentimos cercanas y aunque racionalmente tendría que censurar los actos de Kiwako y las ayudas que recibe de otras mujeres, no he podido hacerlo porque el relato es emocional. Llega a los afectos a través de una prosa cálida que deja ver sentimientos más que realidades con un trasfondo de futuro prometedor que ya lo anuncia en el propio título.

A diferencia de otras novelas con personajes japoneses, en esta me he encontrado una sociedad menos impersonal, menos materialista y más preocupada por las personas. Se dejan ver mejor los sentimientos y los afectos. Los personajes necesitan del trato con los demás, no son tan individuales y solitarios, lo que los hace más cordiales y humanos.

Una novela que con el paso de los días se va posando en el ánimo y deja una sensación agradable y duradera en el tiempo.

 Enzo